Continuando con los posts sobre el impacto de Internet en la relación con los clientes y en productos y cadena de valor, quedaba hablar del cuarto aspecto: el impacto en los empleados.
Por muchos motivos, pero ocurre en la mayoría de las empresas que es muy complicado aprovechar todo el potencial de sus empleados, especialmente de los más jóvenes. Para explicar esto me gusta hablar de Bruce Springsteen. “Born to Run” suele ser considerado como su mejor disco. Es un disco que publicó en 1975, con 25 años. Después ha publicado buenos discos, incluso alguno más éxito comercial, y probablemente ha mejorado sus interpretaciones en concierto. Ejemplos como este, en el que dentro de una brillante carrera, el punto álgido de creatividad aparece con veintitantos años, podemos encontrar multitud. Albert Einstein y su formulación de la teoría de la relatividad a los 27 años sería otro de tantos.
El caso es que pocas empresas están preparadas para aprovechar esos “picos” de creatividad que mucha gente tiene en esas edades. Pero no se queda ahí, es fácil encontrar otros ejemplos en los que esa gran idea, o momento creativo, se tiene a los 30, a los 40, 50, 60… En cambio, generalmente las empresas confían en que las mejores ideas provengan de un grupo reducido gente, muchas veces con edades similares, entornos parecidos, e incluso formación equivalente.
La buena noticia es que compañías como los bancos, con esas grandes redes de oficinas, con una gran diversidad de empleados, y con tanto conocimiento distribuido, son entornos ideales para intentar aplicar internamente los conceptos, técnicas y tecnologías del software social, que tan bien está funcionando, y así materializar el tremendo potencial que tienen. Básicamente a esto es lo que Andrew Mcafee denominó Enterprise 2.0.
En esta línea, productos dedicados a la colaboración y la productividad, como Sharepoint y Outlook, están añadiendo más y más aspectos sociales. La próxima versión de Sharepoint, por ejemplo, incorpora importantes novedades que llegan hasta la posibilidad de crear una red social interna. Y en el caso de Outlook, hoy mismo ha publicado LinkedIn un conector que aprovecha sus nuevas capacidades de extensibilidad, permitiendo integrar esta red social dentro de Outlook. Esto incluso abre posibilidades como integrar el CRM con Outlook, y poder ver la actividad del cliente que me escribe a la vez que leo su correo. Pero esto es tema para otro día.
En cualquier caso, se quiera o no, ya está ocurriendo. Basta con hacer una rápida búsqueda en redes sociales como Facebook o LinkedIn para ver como muchos empleados ya están participando, e incluso forman parte de grupos de empleados. Parece claro que existe el ánimo y la ilusión de participar, colaborar, en definitiva de formar parte de una comunidad más amplia que la propia oficina. Así que, ¿por qué no usar esta tendencia a favor? y así aprovechar para dar un salto en la comunicación entre los empleados y entre estos y la empresa. Al fin y al cabo, la mejora de la comunicación, de la colaboración, redunda en la mejora de la productividad.